Un despertador sonaba
mientras una somnolienta Milena se resistía a la idea de levantarse
un lunes más. Lo apagó sin mirar. Aún con los ojos entreabiertos
quedó su mirada perdida en dirección al techo, no podía moverse,
la noche anterior se había quedado hasta tarde viendo un documental
sobre física cuántica. Su novio se había marchado en la tarde para
estar dos días en otra ciudad por viajes negocios, así que no
sintió deseos de irse a la cama, quedando finalmente atrapada por
dicho documental. En él hablaban de un mundo de posibilidades, de
transformar las moléculas cambiando nuestro pensamiento, de cómo un
átomo podía estar en dos lugares al mismo tiempo, de atraer lo
positivo, de la “Teoría de las Cuerdas” que demostraba que
existían mundos paralelos. Giró su cabeza para comprobar la hora y
regresó a la realidad de inmediato. Se apresuró a vestirse, se hizo
una coleta repeinada, y ágilmente aplicó un suave toque de color a
sus ojos y labios. Imaginó que en su mundo paralelo ella se habría
levantado con tiempo y ahora luciría una melena suelta, un rímel
perfecto y su cara tendría un brillo sin imperfecciones de esas que
salen en los anuncios de televisión.
Salió de su casa sin
desayunar, odiaba hacerlo sola, por eso en días así prefería
hacerlo en la cafetería que regentaban sus tíos y donde su prima
estaba aprendiendo para continuar con la tradición que empezaron sus
abuelos.
- ¿Qué tomarás hoy prima?
- Un vaso de amor -contestó Milena algo distraída
- ¿Qué dices? Deja las drogas Mile, no te pega -dijo su prima riéndose
- Bromeaba contigo... Quiero un vaso de agua, un café solo sin azúcar y media tostada de aceite – solicitó Milena teniendo en mente poner en práctica el documental que vio
- ¡Marchando! - expresó su prima en tono socarrón
Cuando Milena sostuvo
el vaso de agua entre sus manos, se concentró en dar amor al agua,
había visto en el programa que las moléculas de ésta cambian según
la emoción que uno le entrega. En cuanto tomó su primer sorbo fue
notando cómo cada partícula y átomo de H2O se iba incorporando en
su cuerpo. En ese instante, se trasladó hasta el hotel donde aún
remoloneaba su novio en la cama, él la vio, sonrió y la estrechó
entre sus brazos para posteriormente comenzar a besarle con ternura.
Milena sentía sus labios carnosos y suaves a lo largo del cuello,
bajando lentamente hasta llegar su plexo solar, donde él separó sus
labios para dejar escapar entre ellos un “Te quiero”.
Elisa dejó el vaso de
agua vacío sobre la mesa, ¡había sido la bebida más refrescante
que había tomado en su vida!
Acabó su desayuno
sorprendida y sonriente. Después, se dirigió directa a su trabajo
donde le tocaría estar siete horas, con sus correspondientes
descansos de diez y veinte minutos, respondiendo al teléfono como
teleoperadora en atención al cliente de una importante compañía.
Olvidó su sonrisa al
recordar que ya marchaba con el tiempo justo y como siempre no habría
lugar donde estacionar. Entonces recordó que podría solicitar al
universo una plaza, sólo tenía que imaginarse el lugar vacío
frente a la entrada de su empresa. Su sonrisa regresó a su cara,
convencida de que hoy era su día y el aparcamiento le esperaba. No
obstante, cuando llegó, frenó en seco al comprobar toda una fila de
coches aparcados unos tras otro e incluso como muchos de ellos
estaban desafiando a la autoridad en lugares prohibidos e
inverosímiles o claramente estorbando al tráfico de peatones.
- No puedo creer que no
haya funcionado -se dijo a sí misma, al tiempo que se imaginó en
su vida paralela conduciendo un tanque, aplastando el despampanante
mercedes negro situado en frente de ella. Pero en ese instante, las
luces de dicho coche parpadearon al tiempo que emitía un doble
pitido. Un hombre vestido de traje se introducía en él, dejando
libre la mejor plaza del lugar.
Milena no cabía en sí
de la alegría, llamaba la atención entre sus compañeros -que eran
muchos- según iba recorriendo un continuo de sillas a lo largo de
una mesa donde únicamente separaba su punto de trabajo del de los
demás una pequeña balda vertical. Todos iban girando su cabeza,
percatando de que había algo diferente en ella.
- Guau Milena, hoy estás despampanante -decía uno de sus compañeros
- ¿Qué te has hecho en la cara? -preguntaba otra
Los beneficios de la
cuántica iban más allá de las expectativas de Milena, que
efectivamente parecía deslumbrar con su sonrisa, tranquilidad y
felicidad que la embargaba y al mismo tiempo se expandía más allá
de ella.
La
prueba definitiva estaba en si sería o no capaz de irradiar su nuevo
poder a través del teléfono. Digamos que de diez llamadas que
recibía al día, cuatro eran detestables, hasta el punto en que ella
en su vida paralela estaría agarrando al cliente por el cuello y
metiendo su cabeza en un cubo de agua para jugar a hacer burbujitas.
Sin embargo, hoy sería diferente.
Las primeras cuatro
horas transcurrieron sin sobresaltos, la gente parecía notar su
estado anímico y correspondían al igual que ella de buen humor y
agradecidos. Milena podía percatarse de cómo sonreían al otro
lado del teléfono, esto es algo que no era difícil de notar para
ella.
Sin embargo, cuando ya
creía que todo marchaba sobre ruedas, una malhumorada clienta
insatisfecha hizo su llamada y Milena sería quien daría al punto
verde de su ordenador para descolgar, soltando a posteriori su
cordial, impersonal y programado saludo inicial. La mujer que estaba
al otro lado del teléfono, no parecía querer ponérselo fácil y
reclamaba a algún superior con el que hablar, profiriendo insultos y
acusaciones. Milena se concentró, recordando el vaso de agua que se
tomó en la mañana, de pronto vio una especie de onda que surcaba el
aire y a medida que se acercaba a ella podía ver una imagen
claramente. Era de la mujer con la que estaba hablando, ella se
encontraba en un comedor desordenado, con juguetes tirados por todas
partes y dos niños, uno aproximadamente de 4 años de edad y otro de
unos 6 años, los cuales parecían ser los responsables de tal
desastre. Ambos tenían granitos rojos en cara y brazos, el pequeño
se rascaba enérgicamente su brazo izquierdo y el mayor vociferaba
algo, llegando el berreo a Milena en estéreo, por un lado desde la
onda y por el otro desde el pinganillo colocado en su oído derecho.
Con esta visión sobre
el estrés al que estaba sometida dicha clienta, Milena logró no
sólo solucionar el problema por la que la clienta llamaba, sino que
la relajó y cambió su estado de humor, despidiéndose ambas entre
sí riendo.Ya ningún reto sería demasiado para ella -pensó. Cuando
terminó su jornada de trabajo, el encargado de las escuchas
telefónicas le hizo una señal.
- Muy bien lo de hoy Milena, pero para la próxima vez, no tardes tanto con un cliente y guarda las formas -y le guiñó un ojo, detrás de él estaba el jefe superior, que no entendía tanto de calidad como sí de cantidad.
Ya en su casa, estuvo
pensando en todos los beneficios y en lo increíble que había sido
su día. De pronto, recordó a su novio, no había vuelto a pensar en
él desde que tuvo su refrescante momento del desayuno. Fue hasta su
móvil para comprobar si él le había llamado y al cogerlo éste
comenzó a sonar. Era él.
- Hola mi amor ¿Cómo estás? -contestó rápidamente Milena deseando poner al día a éste.
- Bien, no lo vas a creer, pero esta mañana al despertar, bueno, yo pensaba que estaba despierto, te vi a ti junto a mí en la cama y comencé a besarte y...
- Lo sé amor -interrumpió Milena impaciente- ¡yo estaba allí!