martes, septiembre 25, 2012

CASUALIDAD O DESTINO

  Será casualidad o por el contrario es el destino el que rige nuestras vidas. Podemos entender nuestra realidad como una sucesión de casualidades al azar o rendirnos ante nuestro sino. La verdad es que se ha escrito mucho sobre este tema y no pretendo ser la que tenga la respuesta. Mi opinión personal es que la casualidad no existe, todo sucede por alguna razón y aunque no lo queramos ver, normalmente sabemos que eso es así porque incluso nosotros mismos podemos llegar a predecir aquello que nos ocurrirá; aunque normalmente prefiramos cerrar los ojos y decir que no lo vimos venir.

  Se dice que cuando una puerta se cierra, otras se abren. Yo digo que no es verdad, siempre tenemos puertas abiertas, lo único es que no las vemos, nos cegamos ante las múltiples posibilidades. Sólo cuando no estamos bien con nosotros mismos buscamos ansiadamente otro camino, otra forma de estar, es entonces cuando comenzamos a poder verlas. Pero aún así, tenemos que desear afrontar el cambio y atrevernos a cruzar una de ellas. El miedo nos invade, vamos temerosos y las piernas nos flojean. Sin embargo, una vez que lo conseguimos, el éxtasis se apodera de nosotros y somos felices durante unos breves pero intensos instantes. Independientemente de si elegimos la puerta correcta o no, el avanzar ya es un cambio positivo, pero qué triste es mirar atrás.

  Realmente nunca desee el pasado, dudo que ahora lo quiera, siempre me gustó mi momento presente e intento exprimir todo lo que puedo. No obstante, mi mente va hacia atrás, hacia delante y a mundos paralelos. Puedo intentar reprimirla, pero en vano vuelvo a mis mundos. Alguien podría decirme que eso no es real, que es una pérdida de tiempo, pero realmente ¿que es real?, hasta el pasado lo inventamos en nuestra mente, cada uno recordamos aquello que nos interesa y nos conviene. Y hablando del futuro, solemos imaginarlo dependiendo de nuestro estado de ánimo y de nuestro presente inmediato, un presente que cambia continuamente y que sin embargo nosotros nos empeñamos en hacerlo estático.

   Continuamente me pregunto qué puerta tomar esta vez ¿será mejor que la anterior?. No quiero sufrir más, pero qué ganas tengo de volver a emocionarme y sentir. Tal vez no hago más que contradecirme, o tal vez tenga razón, porque nada es lo que parece y todo es como lo quieras ver.

   Y así siento la vida, que va pasando lenta y rápidamente, unas veces parece reírse de mí y otras veces va sufriendo conmigo. Porque por casualidad o por un extraño destino, nuestras decisiones se van grabando a fuego en nuestras vidas y aún así seguimos cerrando y abriendo puertas.


lunes, septiembre 24, 2012

MURK


  Después de muchos años, allí se encontraba ella, Clara estaba en su antigua casa, recordando su niñez; según iba recorriendo las habitaciones, recordaba y comparaba, ahora se extrañaba de lo pequeñas que les resultaban las habitaciones, la luz era distinta y un escalofrío recorrió su espalda cuando se encontró ante la habitación de sus padres, su perro paró en seco y comenzó a gemir.

  - ¿Qué te pasa Murky? ¿Tienes miedo?

  El perro no quería entrar en aquella habitación, se negaba rotundamente. Clara lo cogió en brazos y entró, pero éste se escapó entre forcejeos y Clara lo siguió, al salir al pasillo la puerta del dormitorio se cerró de un portazo. En ese momento entraban por la puerta principal una mujer vestida completamente de negro y un chico, también de negro, que la sujetaba del brazo. Necesitó unos momentos hasta reconocer en ellos a su madre y hermano.
  - ¿Ya has llegado hija? ¿por qué no has ido al funeral de tu padre? Él… –su madre echó a llorar.
  - Mama, déjala, seguramente no ha podido venir –dijo Luis haciendo que su madre se sentase en el sillón. Después dirigiéndose a Clara - ¿Te dejó las llaves la vecina?
  - Sí
  - Muy bien –con esto era suficiente para él- venga mamá, vamos al cuarto y te acuestas.

  Clara esperó en el comedor hasta que salió su hermano.

  - ¿Sospecha ya de alguien la policía?
  - No, no había motivos…-hizo una larga pausa y continuó -¿por qué no has venido al funeral? Nunca te preocupas por nosotros, ni siquiera veo que te hayas disgustado y encima vienes con otro chucho –se acercó al perro y lo acarició con asco- papá no quería perros en esta casa, ¿ni muerto vas a cumplir sus deseos?
  - ¡Eres detestable!
  - No sé para qué has venido a esta casa –continuó su hermano- tu presencia aquí no sirve para nada.
  - Vengo por mamá, por la única que sentí marcharme –Clara dio por terminada la conversación y se dirigió a la puerta. Justo en el momento en que se disponía a salir, se encontró cara a cara con su mejor amiga de la infancia, su perro comenzó a ladrarle con furia, Clara lo calmó e hizo pasar a Inés.

  - No te esperaba aquí –dijo Inés sorprendida y algo asustada- siento que nos volvamos a ver de esta forma –y comenzó a llorar desconsoladamente- yo… yo ayudo a tu familia en la casa desde que te fuiste, por si no lo sabias –dijo entre sollozos.
  - Lo sé –dijo Clara mientras observaba a Inés con detenimiento- yo ya me iba, pero me quedaré algo más para hacerte compañía, te veo demasiado afectada, mi querido hermano nos preparará un café y charlamos tranquilamente.

  Su hermano se dirigió obedientemente hacia la cocina, siempre guardaba las formas y era experto jugando al póker.

  - ¿Sabes Inés? Siento la presencia de mi padre aquí, creo que intenta decirnos quién ha sido… fue horrible la de puñaladas que le dieron, es como si quien le mató estuviese cerca –terminó esta última frase mirándola inquisitivamente.
   - ¿Qué? ¿por qué me dices esto?

  En ese momento salió de la cocina el hermano de Clara, llevaba una bandeja con tres tazas de café, un pequeño plato con terrones de azúcar y tres cucharas perfectamente alineadas.

  - Aquí tiene la condesa su café, y éste es especial para ti Inés –le dijo con una sonrisa.

  Inés se secó las lágrimas, cogió la taza de café, pero ésta se escurrió entre sus manos haciendo un ruido estrepitoso contra el suelo.

  - Disculpad, lo siento –dijo llevándose las manos a la cara y llorando nuevamente.

  - No te preocupes, ahora yo lo recojo, te voy a preparar otro como te gusta

  - No, no – Inés se dirigió apresuradamente hacia la puerta- lo siento, me tengo que ir, no me encuentro bien –dijo en voz baja y entrecortada. Cuando cerró la puerta de la casa maldijo a Clara con todas sus fuerzas.

  Al día siguiente, Clara estuvo toda la mañana con su madre, consolándola y recordando los viejos y buenos tiempos. Cuando entró en su casa su hermano, se las encontró riendo.

  - ¡Bueno, qué pronto se acaban las penas!
  - Sí hermano, te esperábamos para llorar a trío.
  - ¡Hijos, siempre igual! Parecéis el perro y el gato –dijo su madre apenada.
  - No mamá, un perro no merece compararse con él.
  - Y menos si es un perro muerto –replicó éste.
  - ¡Eso sí que no te lo consiento! ¡Nunca te perdoné que ayudases a papá a matar a Cobi! –Clara iba directa a su hermano cuando su madre se interpuso, así que cambió el rumbo hacia la calle- Vamos Murky, no merece nuestra compañía este cretino.
  Una vez en la calle se dirigió a casa de Inés, quería acabar con todo. Cuando llegó a la casa de Inés, ésta puso reparos en dejarle entrar, pero finalmente la dejó pasar con la condición de que Clara dejase el perro atado fuera.

  - Vengo a hablarte de mi padre –dijo Clara decidida a zanjar el asunto- ayer no tuvimos tiempo de charlar lo suficiente –y dejó ver un cuchillo que escondía entre su abrigo.
  - ¿Qué haces con eso? –Inés dio un paso atrás mirando incrédula el cuchillo.
  - No te asustes aún, mira, la verdad es que todo ha sucedido muy rápido. La semana pasada mi madre me llamó contándome que él la engañaba, sí, estaba con otra mujer… y mira por donde eras tú, os descubrió a él y a ti una noche, juntos, me hizo prometer que lo pagaríais y yo se lo debía. La verdad, no recuerdo cómo lo hice, he borrado todo hasta el momento que desperté con el cuchillo ensangrentado en mano y al lado mi padre muerto. Pero no he olvidado que tú le conquistaras, tú eres la razón por la que le maté, en realidad, ¡tú le mataste! –al decir esto levantó su mano empuñando el cuchillo.
  - Yo le quería mucho ¡¡¡Noooo!!!

  El salón quedó en silencio, se oyó como un cuerpo caía desplomado sobre el suelo, después sonaron los ladridos de Murky, apagándose en un gemido de tristeza.

  - Ya he eliminado a mis dos problemas por ti, te quiero… no te preocupes por nada, la verdad es que esta vez ha sido más fácil, nunca me llevé bien con mi hermana.

miércoles, septiembre 12, 2012

VANA ESPERANZA


- ¡Me estoy aburriendo! ¿acabará algún día el sermón? - dijo Carol un tanto somnolienta.
- Habla más bajo, que nos va a llamar la atención el profe - contestó Sara, su amiga y compañera de clase.
- ¡Que va! Está demasiado concentrado en hablar de política, ¡ay! si al menos hubiese llegado el chico nuevo...
- ¿Qué chico nuevo? -dijo Sara un tanto apresurada- ¿Quién va a venir?
- ¿No me digas que aún no te has enterado? viene un chico de intercambio al instituto, ¡a esta clase!
- ¡Bah! no te esperes gran cosa, que por eso lo echan de su país -dijo Sara para restar importancia.
- No digas tonterías, nadie lo ha echado, además, la delegada lo vio y dice que es alto, pelo a media melena, de color castaño claro tirando a rubio y ojos verdes ¡no veas, como los de Hollywood!
- Tú y la delegada, todos los años siempre estáis con las mismas, un chico nuevo por aquí... otro por allá... te ha mentido, en esta clase no ha entrado un tío bueno en su vida, yo creo que ella los repele.
- ¡Calla! - y ambas quedaron boquiabiertas observando al chico que entraba por la puerta.

- ¡Tenías razón! ¡igualito que los de Hollywood!- reconoció Sara entusiasmada después de observarlo detenidamente.
- ¿Cómo te llamas? - se lanzó a preguntar Carol a penas se hubo sentado el muchacho.
- Eh, ... yo me llamo Jonathan -contestó con acento americano, entre asustado y desorientado.
- ¡¡Bueno!! -dijo el profesor en voz más alta de lo normal, única forma en que conseguía captar la atención de sus alumnos- veo que el sector de allí atrás tiene otras cosas mejores en qué preocuparse como por ejemplo cómo ligarse el chico nuevo, ¿eh, Carol?
- Sí. -dijo Carol sin la menor vergüenza.

  El profesor acalló las risas y retomó su discurso. Una vez que todo regresó a la normalidad y el resto de alumnos simularon de nuevo prestar atención, Carol volvió a la carga.

-¡¡¡Pss!!! ¿Qué dices Jonathan? ¿te gusta nuestra clase?
- No lo sé, creo que me he equivocado - levantó la mano y cuando captó la atención del profesor- disculpe, creo que me he confundido de aula -las risas que suscitó su acento entre la clase, de pronto, se apagaron, especialmente entre las féminas.
- A ver, a ver -dijo el profesor mientras rebuscaba entre sus papeles y se dirigió hasta donde se encontraba el chico y mostrándole su tabla le indicó - aquí veo que eres... de la clase 3ºD, es en el aula que tenemos al lado.
- ¡Adios chicas! -dijo Jonathan aliviado de salir de allí.
- ¡Adios! -dijeron todas suspirando.

- Bueno, en fin, tampoco era para tanto, guapo y eso, pero vamos... no como los de Hollywood -dijo Carol agachando su mirada - ¿De qué habla el profesor?
- De política
- ¡Ah! sí, eso...




martes, septiembre 11, 2012

LLÁMAME ESTRELLA

  Aquí estoy yo, en mi lugar de la cama, tu espacio lo ocupan libretas de notas esparcidas, un libro, peluches, un portátil y mi (nuestra) mascota. Hay muchos objetos, pero ninguno llena el vacío que has dejado; miro mi cama, me miro y no comprendo cómo he llegado hasta aquí; sólo sé que me siento vacía. El vacío para mí es un agujero negro que todo lo absorbe, lo que entra en contacto con él va girando y girando, siendo arrastrado como si se tratase de un gran remolino, atraído por su poderosa fuerza magnética. Todo objeto que entra en contacto con el agujero, desaparece, desapareciendo incluso la luz y el tiempo se detiene. Eso has sido para mí, esto nos ocurrió a nosotros. 

  Sería que el destino me deparaba llegar a aquel punto, porque mi ruta, la que había seguido durante años, de repente ese día se desvió contra todo pronóstico. Sin saber por qué ni cómo, llegué a aquel lugar y en aquella hora exactamente donde tú te encontrabas. En los primeros momentos en que te vi a penas llamaste mi atención, sin embargo, según aproximaba mi cuerpo al tuyo fui notando tu imán; cuanto más cerca estaba, más deseo sentía, las partículas de mi cuerpo vibraban como locas buscando tu cercanía. El momento fatal llegó cuando me atrajiste hacia ti para darme un beso. Sentí tu energía y todo mi cuerpo se sacudió, ya no tenía escapatoria, había entrado en tu radio de alcance y la atracción fue más fuerte que yo y comencé a girar y girar en torno a ti, sumiéndome en tu agujero, cada vez más cerca... hasta fundirme en ti. Desaparecí contigo. Absorbiste mi cuerpo, mi ser, mi luz, mi energía y el tiempo pareció detenerse. 

  Durante toda una década nuestros cuerpos se fundieron en uno, fueron años -según yo creí- de tranquilidad, relajación, era el cobijo de la nada. El mundo exterior no me podía hacer daño porque ni siquiera podía verme, me evaporé contigo y ya no vagaba más entre simples estrellas con el triste destino de morir apagadas, seguramente por falta de pasión.

  De repente, todo cambió y toda esa energía de atracción que hizo que nos fundiéramos, todo lo que yo creí que era tranquilidad y sosiego, no sólo no había sido eso, sino que fue una preparación para lo que estaba a punto de ocurrir. Nuestros átomos comenzaron a girar de nuevo vertiginosamente hasta el punto de estallar en un enorme bigbang, simulando al de la creación de nuestro universo, sólo que a diferencia de éste, de aquí sólo salimos disparados tú y yo... hacia diferentes galaxias.

  Nunca pudimos imaginar que después de tanto amor, tanto deseo, de esa unión, pudiera ocurrirnos aquello; pero mucho menos nos imaginamos que tras nuestra aleación y posterior expansión, yo ya había cambiado, me llevaba un trozo de ti. Ahora parte de tus átomos vagan conmigo, los llevaré para siempre en mi ser y pedazos que eran míos, parte de mí, se ha ido contigo.

  En este momento, estoy flotando como antes de conocerte, sumida en la ingravidez de mi cuerpo y de mi alma; sólo que a diferencia de antes, ahora estoy más lejos del sol y siento frío, todo está mucho más oscuro y mi rumbo, que antes era lineal y predecible, hoy es desconocido. Mi cuerpo flota libre, ligero, liviano, sin atracción, porque ya no hay nada ni nadie que me atraiga lo suficiente... y voy así de lado a lado, esperando llegar algún día a chocar con otra estrella, a rozar algún planeta que me haga brillar más fuerte hasta desintegrarme. O bien seguiré esquiva entre todas estas nebulosas en que me ha tocado navegar. Sumida en la oscuridad y en este frío, hasta que se me apaguen las fuerzas.

lunes, septiembre 10, 2012

CONVERSACIÓN CON EL UNIVERSO

  
   Esta noche hablé con Dios, era un sueño de lo más real, ¿Cómo era? No lo pude ver ¿A que olía? No lo sé decir ¿Y su voz?¿Cómo sonaba su voz? No lo sé... como la de un Dios.

   En mi sueño todo era nublado, pero muy claro y real. Sentía Su presencia, la presencia de un dios todo poderoso. Yo estaba en un campo, andaba sobre lo alto de una gran roca y miraba a mi alrededor, todo el campo se extendía ante mí y me senté para contemplarlo mejor. De pronto, una gran sensación de vacío y calma me embriagó y en ese momento supe que Él estaba allí, en alguna parte. Sentía sus ojos mirándome de arriba a abajo, de izquierda a derecha, de frente, a mis espaldas, en mi costado, desde el cielo y desde la tierra. Tenía la certeza de que nada de lo que hiciese escaparía ante su mirada, todos mis actos serian minuciosamente controlados, seguidos y analizados. Me conocía mejor incluso que yo a mí misma y creo poder decir sin equivocación que podía predecir mis movimientos. Por un instante, creí hacerme más pequeña, como si no valiese más que una hormiga, sentí que yo no era la creación divina, perfecta y superior que a todos nos dicen que somos, porque como descubrí más adelante, no lo era, sino que estaba y formaba parte de ella.

  Me levanté de la roca donde me encontraba sentada y comencé a andar por el campo, esta vez mirándolo con otros ojos, no me perdía ni sólo un detalle, observé todo como si fuese por primera vez, y me arrodillé para ver más de cerca a un simple escarabajo. Entonces me percaté de lo que yo misma estaba haciendo. Pensé en el pobre escarabajo que se sentía observado, como yo antes... le miré muy detenidamente y el pobre insecto sólo vio de mí un ojo gigante que le escudriñaba en lo más íntimo de su ser. Y así descubrí algo que nunca antes se me hubiese pasado por la cabeza, me dí cuenta de que ese escarabajo no era un ser inferior, ni yo tampoco, simplemente estábamos en igualdad de condiciones; ambos podíamos observar y ser observados, contemplar lo extraño, lo curioso y todo lo  extravagante que había a nuestro alrededor. Y lo mejor de todo, descubrí que yo también formaba parte de ese Dios que todo lo observaba.

   Había tanta naturaleza allí, tantos animales. Y extraño en mí misma, sería porque era un sueño, no tuve miedo de ellos, ni rechacé aquellos pequeños insectos que estando despierta me hubiesen hecho huir despavorida. Y no lo hice, porque todos esos insectos y animales ya no me eran indiferentes.

  Y seguí andando, hasta que en frente de mí vi un gran árbol, era realmente enorme, ya lo creo, me acerqué y pasé una de mis manos sobre su tronco; pude notar cómo la sabia recorría de abajo a arriba a aquel gran, gran árbol, ¡estaba vivo!, vivo como tú y como yo, como la oruga que comía sus hojas y como aquel ciempiés que en realidad no tenía tantos.

  Esta noche, sí, esta noche hablé con Dios, ya lo creo. ¿Quién me puede negar que no lo hice? La Naturaleza tiene su propio diálogo al igual que nosotros... y escoge la lengua que le parece. El diálogo de la vida, del corazón que late, de la sabia que recorre las venas de un árbol y del agua que absorben las plantas. Sobre todo, de aquella bella flor que no me atreví a arrancar del suelo.

  Hoy me fui al campo y me subí a una gran roca, y ahora más claramente tuve una conversación con Dios, con la Naturaleza. La luna a penas hacía un rato que había salido y esta vez pude observar mejor al escarabajo. La flor, ahora de verdad, tampoco me atreví a arrancarla, porque era tan bella...
  Y me quedé en el campo hasta que se cerró la noche, una noche clara, podía observar como una hermosa cúpula se extendía sobre mí, las estrellas brillaban como nunca y me pregunté si ellas también formaban parte de este milagro y lo grité al cielo ¿me veis? obtuve como respuesta leves guiños, y así pasaron el resto de la noche, parpadeando en respuesta a mi pregunta; y mis pestañas también comenzaron a parpadear, entablamos al fin una conversación de igual a igual, hasta que caí rendida y me dormí. Y soñé que estaba en el campo y me subía a una gran roca. Y así día y día soñaba y despertaba en el campo, hablando con Dios y éste me respondía. 

  Ya no sé diferenciar cuando estoy dormida o despierta, pero cada día estoy en un lugar diferente, unas veces en otro hermoso campo y otras veces me encuentro desolada con que el campo no está y grandes columnas con luces y laberintos que dicen llamar calles y ciudades ocupan su lugar, y en esos momentos me pregunto ¿donde está Dios?

  Pero siempre hay otro día donde sueño con mi campo, mi hermoso campo, donde entablo mi conversación con mi Dios: la Naturaleza. Y otros días, como hoy, en los que ayudo a que no se olvide mi sueño o bien intento que la luz artificial no apague la del sol.


Reencontrándome a mí misma

Y aquí estoy yo de nuevo, en una versión renovada de mí misma, buscando mi reencuentro; esta vez con mis manos sobre las teclas de mi portátil, dispuesta a escribir y soltar lo que llevo dentro, porque la imaginación siempre estuvo en mí, porque las historias siguen viviendo más allá incluso de mis propios deseos, porque escribir es mi liberación y ha sido mi balsa cuando me estaba hundiendo. Y a partir de hoy, porque es el flotador que estoy inflando para que me lleve una vez más a la superficie y así, al fin, poder volver a respirar.

domingo, septiembre 09, 2012

VOLVER A VIVIR



    Sólo había una bombilla amarillenta en la habitación, su luz apenas llegaba a iluminar el cuarto por completo. Sadal Melik estaba leyendo una pequeña historia, la terminó y la dejó sobre su mesa. Últimamente pasaba su tiempo de esta forma, leyendo historias perdidas; los libros en los tiempos en que estaba se habían echado a perder, los escritores estaban ya sepultados en la profundidad del olvido o en el comercio publicitario. Sadal recordó el final de la historia: “Está claro que su mundo no es lo que era, ni será lo que fue”.
    Paró en frente de su estante de libros, giró una palanca y entró en la parte nueva de la casa, todo allí era de plástico: la mesa, sillas, armario, todo cuanto mirase a su alrededor. Su televisor estaba encendido, éstos se conectaban solos por la mañana en todas las ciudades y casas del mundo, luego era la persona la que decidía apagarlo o no; pero siempre comenzaba con alguna novedad que interesase a todos.
    Ese día las noticias captaron la atención de Sadal; decían que el meteorito gigante se dirigía hacia la tierra y llegaba esa noche, noticia que venían dando desde hacía varios años, pero ahora llegaba el momento decisivo, la NASA daba los últimos retoques a los misiles que desviarían el meteorito; a su lado, Sadal clon comenzó a gruñir.
  • -        ¡Mierda, tengo que ir al trabajo a soportar al jefe, con lo interesante que está la tele! Cuéntame luego que tal van los misiles.
  • -        Con lo chapuceros que son, seguro que hacen un misil bumerang y estallamos todos.
  • -        Je, Je, qué gracioso eres –Sadal clon se dirigió a la puerta, dando a un botón ésta se abrió y aun riéndose entró en su minicoche.
  • -        ¡Dios! ¿cómo es tan tonto? –Sadal apagó el televisor y fue de nuevo a su cuarto.
    Unos años antes, su mujer se marchó de casa, según le dijo, no le soportaba; así que Sadal tuvo la idea de hacerse un clon y al ser igual, le soportaría; pero ahora era él quien no aguantaba a su doble, su vida era levantarse para ir al trabajo, llegar a casa, comer patatas fritas, ver la televisión en el sillón de agua y dormir. Sadal achacaba este error a que quizás las inyecciones de crecimiento que le habían puesto para que llegase a alcanzar su edad, le habrían afectado en el cerebro de forma irreparable. Aunque por otra parte Sadal siempre se preguntó para qué harían clones, si todas las personas, desde su punto de vista, eran iguales.
    Sadal no trabajaba, hacía tiempo que dejó su profesión de pintor, ya que cada vez le exigían obras más banales, esto junto con los avances de internet y otras tecnologías hicieron que su trabajo sólo fuese valorado por una minoría de amantes de lo clásico.
 
    Éste día Sadal esperaba la llegada de sus nietos, eran preciosos los dos, fueron elegidos y modificados genéticamente por sus padres, y su hija tenía muy buen gusto.
    Gritaron a la puerta, Sadal supo que eran ellos.

  • -        ¡Ya estamos aquí! ¡Oh, abuelo, aún no has comprado una tele más grande! ¡ésta no ocupa ni la mitad de la pared! –decepcionado dio dos palmadas y la luz se fue – ¡Menos mal que al menos has puesto la luz por sonido!
  • -        ¡Vaya papá, te vas modernizando! Ya llego tarde al trabajo – Elik apagó su reloj que pitaba insistentemente y se fue.

    Como a los nietos no les gustaba ese televisor, era una buena oportunidad para sacar sus armas de guerra y comenzar a corretear por la casa gritando entusiasmados. A Sadal le encantaba observarlos y sobretodo le llamaba la atención el lenguaje que utilizaban mientras jugaban, tan desconocido en su tiempo y a veces más correcto del normal.

  • -        ¡Deneb Kaitos, tu ultra láser queda confiscado! –dijo Menkar a su hermano, llamándole como lo hacían los mayores.
  • -        ¡Menkar! Me temo que mi ultra láser es intransferible y por tu osadía te voy a traspasar – inmediatamente corría y su hermana le seguía entusiasmada con la idea de atraparle.

    Sorprendentemente, así solían pasar horas jugando, pero ese día se cansaron pronto de jugar y pidieron a su abuelo que les contase algo, ellos disfrutaban escuchando sus historias sobre sus antepasados y sobre cómo era la vida antes, aunque muchas veces ellos creían que eran meras mentiras que su abuelo les contaba para divertirles.

  • -        Abuelo, ¿cuándo nos enseñarás la parte oculta de esta casa? ¡queremos verla!
  • -        ¡Ohh, pero es antigua!... como las de entonces… y vosotros odiáis lo antiguo
  • -        Venga, abuelo –dijeron sus dos nietos al unísono y con caras de fieras domadas
  • -        No estáis preparados, quizás dentro de unos años; si la parte que veis de la casa os parece antigua y detestable, imaginaros lo que sería entrar allí…. Tenéis que mentalizaros durante años.

    Con esta razón sus nietos se asustaban y no querían volver a saber sobre la parte oculta. Pero la verdadera razón de no mostrarla, era porque para Sadal Melik esa parte de la casa era su refugio, su pasado, sus recuerdos alegres y felices estaban allí, era su intimidad más profunda y temía descubrirla, tal vez por miedo al rechazo y a la incomprensión de sus seres más queridos. Además, era posible que sus nietos se lo contasen a sus padres y su éstos llegasen al día siguiente con los planes para reformarla, ¡oh, no! No la enseñaría jamás, ni su clon sabía de su existencia.
  • -        ¿Sabes abuelo?, el próximo viernes vamos de excursión con el cole a la luna ¡qué pena que no puedas venir! Con lo que te quejas siempre de que te pesa el cuerpo… allí no es así. – le dijo su nieta con la mejor de sus intenciones.
  • -        ¿No os habéis enterado de la noticia del meteorito gigante? Chocará con la tierra hoy a las 24.46 exactamente.
  • -        No abuelo, los de la NASA preparan misiles y no ocurrirá nada –su nieto giró la cabeza hacia la ventana, unas luces habían llamado su atención –¡son ovnis!
  • -        Genial, vendrán a despedirse de la raza humana –dijo Sadal, sin ánimo de levantarse y llevar a la calle a sus nietos para tener contactos extraterrestres.

    Ante las súplicas de éstos accedió, sabiendo que todo aquello era una farsa preparada por el gobierno y militares para hacer creer en algo a las personas que ahora se declaraban de religión extraterristra y su filosofía era “No creas lo que no puedas ver y tocar”. Pero aun así, la gente era más ingenua y creía todo lo que los medios querían. Al cabo de un rato, apareció un extraterrestre con la figura más clásica: cabeza grande, cuerpo pequeño y gris.
  • -        Adiós terrícolas –dijo el marciano recogiéndose en la nave
    Sorprendentemente la gente se quedaba con cara más abobada de la normal, luego ponían un nombre nuevo a la calle en relación con lo ocurrido, después las típicas historias de yo le saludé, etc., etc. Sadal no dejaba de preguntarse por qué usaban esta maniobra de distracción ahora, quizás no iban tan bien en los últimos retoques de los misiles y Sadal comenzó a preocuparse.

    El día transcurrió rápido, su hija recogió a los niños y después Sadal clon llegó a la casa y rápidamente encendió el televisor.
  • -        ¡Es el momento decisivo Sadal 1º! –dijo tumbándose en el sofá cogiendo una bolsa de patatas fritas que pareció salir de la nada
  • -        Me temo que tendré que ir a hacer mi último favor a alguna mujer
  • -        ¿Qué? – dijo su clon sin apartar su mirada del televisor
  • -        ¡Olvídalo! Ahora vuelvo –Sadal cogió su abrigo, se peinó los pocos pelos que le quedaban, y se echó colonia.
    Al rato volvió decepcionado
  • -        ¡Hay que ver que no aprovechan la ocasión! ¡les duele la cabeza!, hay cosas que nunca cambian…
  • -        ¿Con lo guapo que eres? Quizás al ser yo tu doble me han perfeccionado.
  • -        ¡Cállate! En lo único que eres exacto a mí es en mi físico.
  • -        Cinco, cuatro, tres, dos, uno… el misil ya ha salido, esperemos lo mejor – la periodista cerró los ojos y con ella la Humanidad entera.

    Hubo un temblor de tierra, Sadal pensó que era el final, que habían colisionado; pero no fue así, la periodista chilló de alegría, Sadal abrió los ojos y dio las gracias a la ciencia y los avances, también lo hizo su clon y se abrazaron. Pasado los momentos de excitación y euforia, Sadal clon se sentó una vez más en el sofá para ver la televisión y Sadal Melik se dirigió a su cuarto, aquel cuarto no modificado por el tiempo, sin sillones de agua, ni televisores, muebles hechos de los extinguidos árboles y una bombilla que se encendía por interruptor. Su vida dentro de la parte antigua de la casa era como si nada hubiese cambiado, pero está claro que su mundo no es lo que era, ni será lo que fue.