jueves, diciembre 27, 2012

EL TRÍO


Elena estaba tumbada en la cama, jugando con su pelo largo y liso, enroscándolo entre sus dedos mientras pensaba en cómo había llegado a esta situación. Siempre creyó que el amor era entre dos personas y si realmente se amaban, no cabría resquicio alguno para alguien más. Pero ésto ya eran cuentos de hadas que ya no podía creer. Ahora sentía que su corazón estaba dividido, amaba a su novio y la vida con él, tenía todos los valores que siempre deseó en un hombre, la convivencia entre ambos era perfecta, se habían sincronizado en las tareas del hogar, disfrutaban juntos de las mismas películas, de sus viajes y comidas. Sin embargo, el amigo de Fran, Luis, era atractivo y simpático, le hacía reír y soñar con los ojos abiertos, pero nunca quiso ver más allá o mirar en ella misma si sentía o no algo más profundo. Nunca imaginó que su amigo podría llegar a ser algo más que una mera fantasía y mucho menos que pudiera desear a dos hombres al mismo tiempo y que fuese tan difícil renunciar a alguno de ellos.

Cuando su novio Fran le propuso hacer un trío, ella nunca hubiese imaginado que escogería a otro chico. La fantasía de todo hombre es tener a dos mujeres para él sólo, al menos, eso había pensado ella. Cuando él le sugirió la posibilidad de tener sexo con alguien más, ella aceptó aún pensando que escogerían a una chica, quizás al azar en un bar de copas o buscarían en alguna página por Internet.  Aceptó porque lo amaba y deseaba encender una vez más la llama que un día no sabe cómo ni por qué se apagó. Se dijo que lo hacía por él más que por sí misma. Estaban de acuerdo en que ya el sexo no era lo mismo, habían perdido pasión y su relación de tres años estaba empezando a convertirse en algo monótono. Aún eran muy jóvenes -pensaba ella- como para que algo así les ocurriera a ellos. Lo que no alcanzaba a entender, es por qué él había escogido a su amigo; aunque después de aquella noche, ya lo tuvo claro. 

Al oír la idea de Fran, Luis no pudo más que echarse a reír, eran amigos desde la infancia y no podía imaginar que le estuviera proponiendo algo así. En un principio le dijo que no, que era una idea absurda y que sus fantasías no debían realizarse metiendo a un amigo por medio, le argumentó de cien maneras posibles que algo así no podría acabar bien nunca, pero Fran insistió y dijo que prefería que fuese él o nadie. Luis aceptó porque dentro de sí lo estaba deseando, él intentaba ocultarlo, pero había deseado a Elena desde el primer día en que la conoció, una tarde en que ellos estaban sentados en la terraza de un bar y ella llegaba tarde. Nunca olvidaría la atracción que sintió desde el primer instante en que cruzaron sus mirada. Su sonrisa y el pelo castaño brillante y lacio que se ondeó suavemente mientras ella hacía el ademán de sentarse junto a su amigo era casi celestial.

Fran no dejaba de dar vueltas a su cabeza, no sabía qué le ocurría cuando su novia le insinuaba una noche de sexo y él no sentía más que la necesidad de dormir y que le dejase tranquilo.  Amaba a Elena, sabía que era la mujer de su vida, pero las dudas e inseguridades que venía arrastrando desde hacía tiempo no le dejaban tranquilo, no sabía si eran celos y todo lo que creía ver entre su amigo y ella era sólo producto de su imaginación o existía algo realmente y la mejor forma de comprobarlo sería ésta porque cuando los veía juntos intuía algo más que amistad, allí había atracción. Un día haciendo el amor con Elena imaginó a su amigo allí observando como él la penetraba, la idea le excitó aún más de lo que ya estaba, en su fantasía dominaba él y Elena le agarraba fuerte y miraba a Luis como diciéndole, mira quién es el que me enciende, quien me tiene, tú me deseas pero yo soy de él. Pero claro, una de las razones por las cuales no es aconsejable llevar a cabo una fantasía, es que puede que no salga como uno se imagina.

Elena seguía en la cama, no tenía deseos de levantarse, no podía evitar los flashes de recuerdos de aquella noche. Fran y ella esperaban impacientes a Luis, no sabían muy bien qué es lo que iba a suceder tras esa experiencia. Cuando Luis llegó, no demoraron mucho en dirigirse a la habitación, era mejor no hablar y pasar a la acción.  El primero en dar el paso fue Luis, se dirigió hacia ella besándola, primero con cautela y después con pasión. Su novio se encontraba justo detrás, Elena giró su cabeza y le besó a él también, tenía dos hombres para ella sola, su corazón comenzó a latirle rápido, Fran le besaba el cuello mientras Luis tocaba con su lengua los dientes de ella. Ella notaba la excitación de su novio tras de sí, y al mismo tiempo el pene erecto de Luis junto a su pierna, Elena comenzó a sentirse húmeda. Volvió a besar apasionadamente esta vez a su novio Fran, le miró indicándole que quería continuar sólo con Luis, le desconcentraba el hecho de estar pendiente de uno y otro al mismo tiempo.  Todo el calor producto de la excitación de Fran se heló en un instante, él no paraba de decirse que todo marchaba bien y observaba a su amigo sobre ella mientras él se masturbaba enérgicamente, sentado en una silla a un costado de la cama, pretendiendo recuperar la erección perdida. Y del frío pasó al calor nuevamente, pero esta vez era rabia lo que sentía. No podía quedarse observando cómo su amigo y la mujer a la que amaba estaban a punto de llegar al clímax, la cara de ella era de auténtico placer, Fran se levantó y se marchó de la casa dando un portazo.

Elena alcanzó el éxtasis y Luis se corrió dentro de ella, al mismo tiempo que el placer invadía el cuerpo de ella, sintió también unas ganas de llorar terrible, ya había escuchado que ésto le ocurre, a veces, a algunas mujeres después de un buen orgasmo, pero sabía que esa no era la verdadera razón. Miró la silla vacía desde donde unos momentos antes estaba Fran mirando y ahora confirmó sus temores. Él no había disfrutado, pero ella enormemente. Se puso de espaldas a Luis. No podía mirar a la cara del que hacía unos segundos había sido su amante. Le dijo que era un error, que entre ellos no podía existir nada, que ella amaba a su novio. 

Luis no supo qué decir, simplemente se exculpó con que él se había negado desde el principio a esa loca idea del trío, pero que no pudo negarse porque se sentía atraído por ella desde que la conoció y no se arrepentía de haberse acostado con ella, aunque entendía que no se volvería a repetir nunca más, quería su bien y el de su amigo, los quería a ambos.

Elena sintió una punzada en el estómago aquella noche cuando escuchó que abrían la puerta de su casa, sabía que debía despedirse de Luis y olvidar lo ocurrido, amaba a Fran, pero ahora también amaría a Luis. Le besó por última vez y se separó justo antes de que Fran abriese la puerta del dormitorio. Luis se despidió de ambos sin mirar hacia atrás.

Elena interrumpió sus recuerdos de un sobresalto, Fran entró en la habitación y la sorprendió aún en la cama y con la mirada perdida.

- ¿Cansada Cariño?
- Sí amor, anoche me dejaste agotada.

Ambos se rieron y Fran le lanzó un cojín a modo de juego. Él pensaba que ya no había secretos entre ambos y el que había sido su mayor miedo ya no le asustaba, porque ya se cumplió. Besó con deseo a Elena y comenzó a desabrocharse su camisa.

lunes, diciembre 24, 2012

NUEVO CICLO


21 Diciembre del 2012 
   Eran las ocho de la mañana en Alemania.  La calle era un auténtico campo de batalla, los vehículos colisionaban unos contra otros, las paredes enfundadas en grafitis proclamaban gritos de guerra, los árboles exhalaban su último aliento tras la nube tóxica de la contaminación. Máquinas y animales invadían la ciudad en un torbellino de ruidos sin sentido. Las personas se sentían de mal humor, chillaban furiosas al cielo o se enfrascaban en interminables peleas descargando todo su malestar sin saber exactamente qué lo provocó o a quién se dirigían. Todo en conjunto formaba una estampa terrorífica.

  He indicado que ésto sucedía en Alemania, aunque para ser más exactos, estaba sucediendo en todas las ciudades del mundo. Pero es aquí donde se encontraba Umarmung con su perro Hug, éste saltó a la cama y con rápidos lametones en la cara despertó a su amo, al abrir Umarmung sus ojos vió cómo Hug movía su cola sin cesar de alegría; apagó el despertador, se desperezó e inmediatamente se dirigió a asearse.

- ¡Hoy será un día duro Hug!
- ¡Wouf wouf! -ladró su fiel compañero expectante y listo para atender a órdenes.

  Urmarmung se enfundó sus baqueros desgastados, una camiseta negra y su cazadora de cuero. Con un sólo chasquido de sus dedos, Hug se situó a su izquierda, siguiendo así sus pasos pero ligeramente tras él.  Salieron de la casa y el paisaje que encontraron era desolador, Urmarmung miró a Hug, Hug miró a Urmarmung y emprendieron el paseo. Lo primero en toparse con ellos fue una mujer que gritaba sin sentido.

- ¡Apártate de mi camino estúpido! ¡me das asco! ¡quita tu chucho pulgoso de la vía!

  Urmarmung hizo oídos sordos y la abrazó. Ella se resistió intentando escapar mientras iba dando gritos de auxilio, ella sintió un fuego abrasador pero cálido y tras un minuto que pareció eterno, comenzó a decir:

- Nadie me quiere, en mi trabajo no me valoran, no encuentro sentido a mi vida.

  Urmarmung la abrazó aún más fuerte hasta que la mujer comenzó a sollozar y finalmente quedó relajada y en silencio. Sólo entonces la soltó, ella le agradeció el gesto, se despidieron y continuaron cada uno su camino.

  Más adelante, se fijó en un accidente de tráfico, un hombre estaba malherido y Urmarmung no se lo pensó dos veces y corrió a socorrerle. Le abrazó largamente hasta que las heridas fueron progresivamente desapareciendo y el hombre anodadado, sólo pudo sonreír a Urmarmung, éste le devolvió la sonrisa y continuó su camino.

  Al mismo tiempo, la mujer que minutos antes había gritado a Urmarmung, ahora iba compartiendo con otros malhumorados los beneficios del abrazo. Comenzando así una cadena de abrazos. No paraban de encontrar motivos para abrazar: los árboles volvían a recuperar la vida, las farolas destrozadas a golpes ahora se recomponían como arte de magia, tras el paso de los abrazos renacía la paz e iba apoderándose del ambiente, reluciendo más los colores y suavizando los sonidos estridentes.

- Ahora nos vamos a algo más difícil Hug.

  Y emprendieron el camino hacia la central eléctrica. Allí todo funcionaba a pleno rendimiento, Urmarmung no se lo pensó dos veces y abrazó una de las chimeneas que expulsaban humo negro y tras unos minutos de abrazo, ésta se paró, dejando de este modo un aire limpio y claro.

  Así siguieron hasta la noche, siendo conscientes de que la cadena de abrazos se estaba extendiendo en todo el planeta, alcanzando a políticos, personas de todas las razas y culturas e incluso llegó al polo norte donde un oso estaba a punto de atacar a un husky, pero de pronto, su ira se aplacó y le invadió el amor, dando un fuerte abrazo al asustado perro. 

  Llegaron agotados a la casa, era momento de recompensar a su fiel canino por haber estado junto a él todo el día, le puso su comida favorita, pero Hug la olfateó y le miró expectante.

- ¿No tienes hambre Hug? -preguntó intrigado Urmarmung, miró la cara de Hug y éste le miraba atento moviendo su cola - ¡Ah, ya sé lo que necesitas! - Y entonces Urmarmung abrió sus brazos y Hug saltó alegremente, feliz de estar en los brazos de su querido amo.




jueves, noviembre 29, 2012

MI GOTITA DE ROCÍO


"¡He perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas"

   Te veo, estás ahí recostada con tu pequeño torso completamente estirado. Podría sostenerte con una mano y no notaría peso alguno. Sigues ahí, dejando penetrar los rayos de sol en tu cuerpo. Miro tu cara, sólo hay tranquilidad y sosiego. Tu respiración es tranquila, lenta y pausada sólo interrumpida por bruscos aunque breves resoplidos. En estos momentos, me relajo tumbada junto a ti, tocando tu cuerpo, suave y tierno. Eres preciosa y no lo sabes. Si quiero sacarte de tu estupor, únicamente necesito dirigirme hacia tu correa, primero mueves las orejas para captar el sonido, después te incorporas rápidamente y sin esfuerzo. Siempre alerta, preparada, lista para nuestros paseos. Tu cola recortada, a penas del tamaño de mi dedo gordo, se mueve ágilmente de un lado a otro, sin cesar, y la excitación no te deja quedarte quieta ante mi orden.
   Es cierto que no te gusta mucho pasear sin una manada, desde que somos tú y yo los paseos no se te antojan tan gratificantes. Sin embargo, si quiero verte feliz, sólo tengo que llevarte al campo y soltarte, tú inmediatamente echas a correr, te siento libre, es tu terreno, lo dominas. Si pasase un conejo a tu lado se confundiría contigo, porque eres tan graciosa y ágil como uno de ellos. Nunca me cansaré de mirarte. Parece increíble lo que me cuesta hacerte arrancar a andar cuando atraviesas el umbral de la puerta y cumples con tu obligada evacuación inminente, porque después, cuando estás libre, no hay quien te retenga, corres sin cesar sabiendo que yo no podré alcanzarte, te paras al verme lejos y me engañas haciéndome creer que esta vez te cogeré. Pero me equivoco, me agacho hacia ti y te lanzas a la carrera nuevamente. He de decir que ésto me desespera un poco. Sin embargo, en cuanto me pongo seria, tu te quedas tumbada, sumisa, esperando que te coloque tu cuerda, protestando a la hora del regreso. Me encanta cuando te sientas y usas tu resistencia pasiva, me hace gracia y pierdo toda mi autoridad, dándote a ti el poder, pero no me puedo resistir a tus encantos, no quiero... Finalmente, te cojo en mis brazos y voy besando tu cuello, adoro notar tu pelo suave y la temperatura de tu cuerpo, replicas intentando corresponderme con sorpresivos lametones en mi cara, pero yo, no te dejo.
   Recuerdo el primer día que te vi, toda negrita, apenas del tamaño de mi mano. En la cesta estabas con tu madre, tu padre también venía. Eran dos ejemplares yorkshire de pura raza, ambos con un pelo brillante lacio y largo hasta el suelo. Tu padre color marrón fuego y negro, tu madre plateada y negra. Ella era preciosa. Yo te miraba a ti, con ese color azul marino intenso, tan poca cosa... temblabas en la mano de una extraña, yo hubiese preferido en ese momento haberme llevado a tu madre conmigo. Nunca imaginé en que tú te convertirías en algo tan bello, aunque debo reconocer que te pareces mucho a ella, tu cara es especialmente bonita. Fuiste un cachorro especial, nunca gemiste, viniste a mí con una manta y un peluche con el olor de ellos, estuviste 24 horas metida en una casa que yo te compré, especial para ti, no saliste hasta que aceptaste que tu vida sería otra a partir de aquel día. Te dí muchos caprichos y te he malcriado, es cierto, pero tú me devolviste el favor con gratitud, sin morder un solo mueble, ni mis zapatillas de andar por casa con las que tanto te gustaba jugar. Te perdonaré los mordiscos en las esquinas de las paredes, sabes que no puedo enfadarme contigo.
   Todo este tiempo juntas ha hecho que nos entendamos aunque no usemos un mismo lenguaje, sólo con tus gestos y ladridos puedo saber qué me pides, al igual que tú, no necesitas más que sentirme para saber cómo me encuentro. Cuando somos invitadas en alguna casa, si vas al baño y ladras ya sé que lo que quieres es pedirme agua. Por el contrario, si entras en alguna habitación y ladras es porque has visto algún peluche. Siempre piensas que todos los peluches son para ti. Te encanta ir tras ellos, morderlos, por suerte nunca los dañas porque tus dientes no se hicieron para morder, creo que tampoco los usas para comer, especialmente los días en que tenemos pollo o jamón en casa, los devoras como si nunca hubieses comido, tu dentadura se pregunta qué pasó con la carne cuando tú, con un movimiento rápido de lengua, la depositas como obra milagrosa al fondo de tu garganta. Si no fuese por el tamaño de tu boca nunca se me ocurriría darte de comer con la mano.
   Vuelvo a mirarte, cambias de postura y acercas tu cuerpo al mío buscando calor, escarbas con tu pequeña pata en mi albornoz, es la señal de que tienes frío y quieres que te albergue dentro. Tu desapareces introduciendo primero tu cabeza y con movimientos de ésta, te vas haciendo hueco sumergiéndote dentro (en estos momentos pareces un topo), ahora la acomodas haciendo un barrido con ella hasta que queda mullida como si mi brazo fuera su almohada y dejas yacer tu cuerpo junto a mi pecho, haces una respiración profunda y vuelves a quedarte dormida en un instante. Siempre he envidiado esa forma de poder quedarte en sueño profundo de forma tan inmediata, eso es señal de tu paz interior y de que no necesitas nada más para disfrutar del presente.
   Yo también me quedo dormida.

  Veo mucha niebla, a penas puedo vislumbrar mis pasos, sólo continúo andando porque sé que no puedo retroceder, una fuerza invisible me empuja a seguir andando hacia delante, hago esfuerzos por volver atrás o quedar suspendida en el tiempo. Enfoco mi mirada hacia el camino recorrido, es el único que puedo vislumbrar con algo de claridad. Veo los senderos que se bifurcan y aquellos que opté por no recorrer. Pero ni con la distancia consigo ver aquellos no transitados, ¿cuál hubiese sido la mejor opción? me pregunto. Veo aquellos que pisé, sus obstáculos y los baches que encontré. Ahora sé lo fácil que hubiese sido evitar algunos, con un pequeño salto aquí, una desviación por allá... y nada hubiese sucedido. "Sólo quien se equivoca puede ir aprendiendo" me dice una voz que no sé de dónde proviene, desvirtuando la frase de algún sabio seguramente, "pues yo he aprendido mucho ya" respondo al vacío cansada y triste.
   En esos momento me percato de que ando sola y recuerdo todo lo sucedido. Antes me acompañabas, ibas junto a mi, pero ahora ¿que ha pasado? sé que ha sido duro estar a mi lado estos últimos tiempos, pero yo intentaba allanarte el paso, quitaba piedras y procuraba estar alerta y prevenir los peligros. Ahora he aprendido que no todo es suficiente. Tu solías caminar a mis espaldas y cuando te sentías segura avanzabas corriendo adelantándome, ¡cómo disfrutaba observando tu felicidad que luego hacía yo mía! Tus movimientos graciosos, esos pequeños saltos y esas enormes carreras. Ahora este viaje, mi viaje, no será lo mismo. Voy a echarte mucho de menos, en cada paso y en cada parte del recorrido en que yo te alzaba en mis brazos, rebosando felicidad... quiero volver a sentirte.
   Seguía yo en estos pensamientos y en otros, inconsciente de estar en un sueño, enfrascada en la lucha de seguir avanzando, lentamente, una pierna ahora, después la siguiente y cada vez era más duro continuar.

   Me despertó el sonido de una campana. Un perro en la calle estaba ladrando. Te busqué por la habitación, no estabas. Entonces recordé aquella hora, aquella maldita tarde en que el perro no ladró, aulló, quizás porque tú viniste a mi encuentro y no pude verlo o simplemente tuvo el mismo mal presentimiento que yo. Aquella tarde que corrí a tu encuentro sólo vi tu cuerpo, se sacudía, pero tú no estabas. Creo q regresaste cuando ya tu corazón no latía. Estabas relajada, tranquila, suave y aún caliente. Me sentí aliviada porque acabó tu sufrimiento aunque fuese el comienzo del mio.
   He perdido mi gotita de rocío, tú eras mi toque fresco, mi alegría, mi motivo. Ahora sólo me queda contemplar este amanecer que ha perdido todas sus estrellas.
   Siempre recordaré aquel día en que regresábamos a España, tú volaste en primera clase, tenías todo cuanto podías necesitar: comida, agua, una manta y espacio suficiente para ir durmiendo a pata suelta. Cuando comenzaron las maniobras para el aterrizaje en Madrid, tú mirabas por la ventanilla conmigo. Fuiste una perrita privilegiada, no creo que muchos canes lo hayan presenciado. Estabas curiosa, observando fijamente la tierra, intentando dar sentido a las imágenes, estabas tranquila y ni el brusco movimiento que provocó el avión al aterrizar te desconcentró de tu tarea. Me ayudaste mucho en ese vuelo, yo me estaba apartando de lo que más quería, tragándome cada lágrima que no quería derramar y tú me demostraste lo bello que es vivir el presente. 

   Te fuiste igual que llegaste a mi, con tu manta cubriendo tu cuerpo aunque no tu cabeza (como te gustaba hacerte la persona conmigo) y tu peluche entre tus patas, el mismo con el que te entregaron a mi, el que te ha acompañado todo el viaje y lo seguirá haciendo sea cual sea el que te espera ahora. Si hay cielo para perros, espérame allí. Deseo que conozcas a mi antigua mascota, no te asustes, deja que te huela y juega con él. Él se fue siendo muy mayor, pero estoy segura de que querrá echar unas carreras contigo.

   Tres años, dos kilos ciento cincuenta gramos, una yorkshire de pura raza y cientos de fotos. Éste ha sido tu paso por este mundo, aunque tienes que saber que lo intangible, las experiencias de toda persona quien te quiso y disfrutó de tu compañía, no se olvida. Leí una vez que "si un escritor se enamora de ti nunca morirás. Permanecerás vivo durante mucho tiempo, a través de las hojas en donde el escritor te recordó". No creo que pueda llamarme escritora y no estaba enamorada de ti; pero te quería mucho. Y así, escribiéndote a ti y al mundo, compensaré el fallo injusto de tu vida tan corta, recordándote de esta forma por muchos años, incluso superando los que yo viva. Siempre que mi palabra impresa permanezca y algún lector agradezca haberse topado con nuestra historia.

domingo, noviembre 04, 2012

CARTA DE AUXILIO




  Tic tac, tic tac, tic tac, el reloj siempre está ahí, recordándonos el paso del tiempo, sin dejar escapar los segundos, marcando los minutos y sentenciándonos con la hora. El tiempo lo forzamos a convertirse en algo físico, pero por más que tengamos ese objeto maquiavélico que nos indica la hora del día, sabemos y debemos recordar que eso no es real, al menos para nuestro cerebro, el cual procesa éste a su antojo, haciendo del momento feliz una estrella fugaz y del no tan bueno una eterna amargura. Y es precisamente en ese instante cuando más parece que escuchamos el tic tac del reloj.
Aquí, en un cuarto sombrío, en un día gris de otoño, escenario perfecto para un soneto a la melancolía, estoy yo, escribiéndote a ti, para que salgas de tu pozo, para que veas la luz y resuelvas aquello que crees que no tiene solución.  Para un viejo como yo, que he vivido de todo un poco, el tiempo ha perdido ya la capacidad de asustarme, ya no es mi enemigo sino mi aliado. Es verdad que no he llegado a hacer todo lo que me gustaría haber hecho y que he pasado por diferentes desencuentros, pérdidas, decepciones y he trabajado duro por mi familia que además es la tuya. Pero también he amado, reído y disfrutado.
  Ahora, estoy yo solo en mi modesto hogar, ya no tengo nada por lo que preocuparme, porque ya se supone que no debo ocuparme de nada y recibo tu "carta de auxilio" como tu misma la has querido llamar... ¡ay! mi querida nieta, es verdad que los tiempos han cambiado, que apenas puedo comprender lo complejas que se han vuelto las cosas. Pero de algo estoy convencido y es de que por mucho que cambie todo, debes seguir siendo fiel a ti misma, busca en tu interior, no te centres en ese problema concreto, pon tu mirada en algo más grande porque ¡no somos más que una pequeña mota de polvo, querida! y nada en esta vida hay que el tiempo no se encargue de llevar o archivar, deja eso que tanto te preocupa escrito en un avión de papel y lánzalo para que se lo lleve el viento. Sonríe como tú sabes, sal, disfruta, ama, viaja, haz todo cuando puedas y quieras, no dejes de hacer por temor al qué dirán o no atreverte, porque el miedo siempre será más peligroso que aquello a lo que te tengas que enfrentar.
  Y cuando creas que te faltan fuerzas, piensa en mí, en este viejo solo en su sofá, encantado de que lleguen estos días lluviosos para leer el periódico que tanto odias, mientras bebo mi copita de vino y me abrigo con el calor del brasero que tú ahora añoras. Ya el miedo al paso del reloj no me impide disfrutar de estos momentos, ahora que no debo hacer nada es cuando lo estoy haciendo todo. Si no hubiese vivido tanto, con todo lo que la vida conlleva no podría apreciar estos buenos momentos. Me llena de orgullo que aún confíes en mí para contarme tus secretos, es la recompensa de mi vida y la promesa de la tuya.
  Todo irá bien, quítate de la muñeca el reloj que tanto te oprime y vive tu presente porque no existe otro tiempo. Recuerda siempre, Ahora es tu momento de ser feliz.
  Con mucho amor. Tu abuelo.

miércoles, octubre 31, 2012

CANSANCIO EN LA SELVA


Sam no sabía que ocurría, pero de repente,todos los animales de la selva estaban agotados. Los leones no salían a cazar, los elefantes a penas andaban hacia la charca para darse un baño, las ranas no croaban y las hienas ya no reían.  Sam se rascaba la cabeza mientras miraba con curiosidad y preocupación sin entender qué le ocurría a su "selvario". Por quien no sepa qué es ésto, sólo hay que imaginar un acuario pero en lugar de peces y agua en su urna se encontraba una fauna salvaje en miniatura, que gracias a su esfuerzo ahorrador, la había completado con lemures, leones, tigres, elefantes, monos y diferentes tipos de aves y reptiles. Por supuesto, su primera compra fue para ambientar el lugar con una charca, árboles y diferentes plantas.

  El observaba frunciendo el entrecejo mientras comprobaba que todo estuviese correcto, los filtros de oxígeno funcionaban normalmente, el pequeño rio y la charca tenían el ph adecuado; pero todos los animales parecían deprimidos, sin fuerzas.  Sam introdujo más comida e insectos, pero hasta el instinto de caza de sus animales parecía estar inactivos; por lo que las chicharras, mosquitos y lombrices eran las más felices de todo el selvario. Probó cambiando el clima e hizo que tuvieran más horas de luz, ésto los animó algo más, muchos de los animales salieron de sus escondites para echarse una "siestecita" debajo de su lámpara de infrarrojos tan preciada, su sol. Pero todo lo demás seguía igual. Sin duda era un gran misterio ¿qué le pasaba a sus animales? "si pudiera hablar con ellos me dirían qué necesitan" pensaba Sam.

  Decidió llamar a su buen amigo Robert, él fue el primero en tener un selvario y seguramente podría averiguar qué ocurría en el suyo. Sacó su tablet y dijo en voz alta "Robert" e inmediatamente la cara de su amigo asomó en la pantalla.

    - ¿Sí Sam?
    - Robert, algo está sucediendo a mi selvario, todos los animales están agotados, casi no se mueven y lo he probado todo.
 - ¿Enserio Sam? -preguntó Robert fascinado- a mi me ocurre lo mismo. Incluso les he comprado un parque de atracciones por si estaban aburridos, pero ya no sé qué hacer.
    - Lo mejor será preguntar en la red, a ver si alguien sabe algo -sugirió Sam animado por el misterio.
    - Ya lo hice, parece que no somos los únicos, algo está pasando con todos los selvarios y las tiendas de  mascotas se niegan a recoger más animales devueltos. Parece que ha fallado más de una cadena de series de minianimales, ni ellos saben qué ocurre.
    - Entonces, sólo nos queda preguntar a la única quien nos puede dar la respuesta.
    - ¿Quién Sam?
    - La Naturaleza. Vayámonos de acampada este fin de semana, organizaremos una excursión con todos nuestros amigos del Club Selvario y observaremos la verdadera selva.
    - ¡Gran idea Sam! -exclamó Robert totalmente entusiasmado.

  Y así lo hicieron, Sam, Robert y su club de amigos de los selvarios, equipados con sus mochilas y ropas de camuflajes, se adentraron en la auténtica selva. Todos queedaron maravillados al observar que allí la selva seguía su curso normal, los elefantes se bañaban en el barro y cogían agua del charco con sus grandes trompas para usarlas a modo de ducha, una pareja de monos se acicalaban mientras sus crías se colgaban de las dianas de los árboles y las hienas aquí sí se reían.

    - ¡Wow! -exclamó Sam- esto es maravilloso, nuestros selvarios se parecen mucho, pero hay algo diferente.
   - Es la libertad -dijo Robert fascinado mientras seguía con la mirada a un grupo de avestruces corriendo a toda velocidad -por más que la simulemos, nunca será lo mismo que vivirlo realmente.
    - Sí -afirmó Sam, que solía coincidir en sus pensamientos con los de su amigo- debemos encontrar un espacio natural donde ellos puedan vivir y experimentar lo que estamos sintiendo hoy aquí.

  De esta forma fue como Sam, Robert y el Club Selvario buscaron y encontraron una pequeña isla deshabitada, pequeña para unos animales de tamaño real, pero enorme para sus mascotas. Esta isla era un mundo para ellas, un verdadero ecosistema donde todos aunaron sus esfuerzos para reunir la completa serie de especies animales en miniatura y dejar crecer sus naturaleza libremente.

  Allí, todas sus mascotas parecieron resucitar de su letargo y nunca más volvieron a sentirse agotadas.

  THE END

martes, octubre 30, 2012

IMPROVISACIÓN


Le había cogido sentada en el baño. Estaba relajada, haciendo algo de fuerza y pensando en mil asuntos distintos cuando llegó ese mensaje. Ese mensaje que ojalá pensaba nunca lo hubiera leído. Ahora sólo podía afrontarlo.
En el texto se podía leer "según acordamos, en media hora estaré abajo". Ahora ella se preguntaba por qué se habría metido en este lío. Realmente cuando lo propuso no pensó que  él fuese a decir que sí, y mucho menos que lo organizase todo tan pronto.
Había estado durante un año chateando con él y ambos acordaron que eso sólo sería una mera amistad virtual, pero claro, iba pasando el tiempo, las charlas, las confesiones -que eran demasiadas- se lamentaba ahora ella. Una cosa era fantasear, flirtear y otra era enfrentarse a la realidad, "¡conocerse en persona! ¿ahora qué? ¿y si todo sale mal? ¿y si perdemos todo lo que tenemos?"- se preguntaba. El miedo la dejaba aún más paralizada en la taza del baño, aún podría echarse para atrás y decirle que se lo había pensado mejor o que estaba indispuesta y que justamente le había pillado en el bater y no podía levantarse -y no mentiría- "¡Esto me pasa por bocazas! se recriminaba, "si sólo estaba bromeando con lo de que estaría bien verse después de tanto tiempo".
María se limpió como pudo porque sus manos le temblaban y como una autómata se levantó y fue directa a la ducha, cogió una cuchilla y a toda prisa se afeitó piernas, ingles y axilas. "¡si es que soy un desastre! ¿pero y él? ¿es que no sabe que las mujeres necesitamos más tiempo de preparación? ¿y yo para que estoy haciendo todo esto? con esta última cuestión se quedó mirando al infinito y con una sonrisa se dijo "¡guarrilla!" en tono lascivo.
Y como quien no quiere la cosa ese día batió su récord y en 30 minutos hizo lo imposible: estaba aseada, bien vestida, maquillada y con el pelo perfecto, se lanzó un beso frente al espejo y en ese momento sonó el timbre.
Una voz al otro lado del telefonillo dijo "soy yo, te espero abajo", María agarró su bolso, recogió su manojo de llaves que tenía colgadas en un pequeño marco y cerrando la puerta dijo "¡A por él!".