jueves, diciembre 27, 2012

EL TRÍO


Elena estaba tumbada en la cama, jugando con su pelo largo y liso, enroscándolo entre sus dedos mientras pensaba en cómo había llegado a esta situación. Siempre creyó que el amor era entre dos personas y si realmente se amaban, no cabría resquicio alguno para alguien más. Pero ésto ya eran cuentos de hadas que ya no podía creer. Ahora sentía que su corazón estaba dividido, amaba a su novio y la vida con él, tenía todos los valores que siempre deseó en un hombre, la convivencia entre ambos era perfecta, se habían sincronizado en las tareas del hogar, disfrutaban juntos de las mismas películas, de sus viajes y comidas. Sin embargo, el amigo de Fran, Luis, era atractivo y simpático, le hacía reír y soñar con los ojos abiertos, pero nunca quiso ver más allá o mirar en ella misma si sentía o no algo más profundo. Nunca imaginó que su amigo podría llegar a ser algo más que una mera fantasía y mucho menos que pudiera desear a dos hombres al mismo tiempo y que fuese tan difícil renunciar a alguno de ellos.

Cuando su novio Fran le propuso hacer un trío, ella nunca hubiese imaginado que escogería a otro chico. La fantasía de todo hombre es tener a dos mujeres para él sólo, al menos, eso había pensado ella. Cuando él le sugirió la posibilidad de tener sexo con alguien más, ella aceptó aún pensando que escogerían a una chica, quizás al azar en un bar de copas o buscarían en alguna página por Internet.  Aceptó porque lo amaba y deseaba encender una vez más la llama que un día no sabe cómo ni por qué se apagó. Se dijo que lo hacía por él más que por sí misma. Estaban de acuerdo en que ya el sexo no era lo mismo, habían perdido pasión y su relación de tres años estaba empezando a convertirse en algo monótono. Aún eran muy jóvenes -pensaba ella- como para que algo así les ocurriera a ellos. Lo que no alcanzaba a entender, es por qué él había escogido a su amigo; aunque después de aquella noche, ya lo tuvo claro. 

Al oír la idea de Fran, Luis no pudo más que echarse a reír, eran amigos desde la infancia y no podía imaginar que le estuviera proponiendo algo así. En un principio le dijo que no, que era una idea absurda y que sus fantasías no debían realizarse metiendo a un amigo por medio, le argumentó de cien maneras posibles que algo así no podría acabar bien nunca, pero Fran insistió y dijo que prefería que fuese él o nadie. Luis aceptó porque dentro de sí lo estaba deseando, él intentaba ocultarlo, pero había deseado a Elena desde el primer día en que la conoció, una tarde en que ellos estaban sentados en la terraza de un bar y ella llegaba tarde. Nunca olvidaría la atracción que sintió desde el primer instante en que cruzaron sus mirada. Su sonrisa y el pelo castaño brillante y lacio que se ondeó suavemente mientras ella hacía el ademán de sentarse junto a su amigo era casi celestial.

Fran no dejaba de dar vueltas a su cabeza, no sabía qué le ocurría cuando su novia le insinuaba una noche de sexo y él no sentía más que la necesidad de dormir y que le dejase tranquilo.  Amaba a Elena, sabía que era la mujer de su vida, pero las dudas e inseguridades que venía arrastrando desde hacía tiempo no le dejaban tranquilo, no sabía si eran celos y todo lo que creía ver entre su amigo y ella era sólo producto de su imaginación o existía algo realmente y la mejor forma de comprobarlo sería ésta porque cuando los veía juntos intuía algo más que amistad, allí había atracción. Un día haciendo el amor con Elena imaginó a su amigo allí observando como él la penetraba, la idea le excitó aún más de lo que ya estaba, en su fantasía dominaba él y Elena le agarraba fuerte y miraba a Luis como diciéndole, mira quién es el que me enciende, quien me tiene, tú me deseas pero yo soy de él. Pero claro, una de las razones por las cuales no es aconsejable llevar a cabo una fantasía, es que puede que no salga como uno se imagina.

Elena seguía en la cama, no tenía deseos de levantarse, no podía evitar los flashes de recuerdos de aquella noche. Fran y ella esperaban impacientes a Luis, no sabían muy bien qué es lo que iba a suceder tras esa experiencia. Cuando Luis llegó, no demoraron mucho en dirigirse a la habitación, era mejor no hablar y pasar a la acción.  El primero en dar el paso fue Luis, se dirigió hacia ella besándola, primero con cautela y después con pasión. Su novio se encontraba justo detrás, Elena giró su cabeza y le besó a él también, tenía dos hombres para ella sola, su corazón comenzó a latirle rápido, Fran le besaba el cuello mientras Luis tocaba con su lengua los dientes de ella. Ella notaba la excitación de su novio tras de sí, y al mismo tiempo el pene erecto de Luis junto a su pierna, Elena comenzó a sentirse húmeda. Volvió a besar apasionadamente esta vez a su novio Fran, le miró indicándole que quería continuar sólo con Luis, le desconcentraba el hecho de estar pendiente de uno y otro al mismo tiempo.  Todo el calor producto de la excitación de Fran se heló en un instante, él no paraba de decirse que todo marchaba bien y observaba a su amigo sobre ella mientras él se masturbaba enérgicamente, sentado en una silla a un costado de la cama, pretendiendo recuperar la erección perdida. Y del frío pasó al calor nuevamente, pero esta vez era rabia lo que sentía. No podía quedarse observando cómo su amigo y la mujer a la que amaba estaban a punto de llegar al clímax, la cara de ella era de auténtico placer, Fran se levantó y se marchó de la casa dando un portazo.

Elena alcanzó el éxtasis y Luis se corrió dentro de ella, al mismo tiempo que el placer invadía el cuerpo de ella, sintió también unas ganas de llorar terrible, ya había escuchado que ésto le ocurre, a veces, a algunas mujeres después de un buen orgasmo, pero sabía que esa no era la verdadera razón. Miró la silla vacía desde donde unos momentos antes estaba Fran mirando y ahora confirmó sus temores. Él no había disfrutado, pero ella enormemente. Se puso de espaldas a Luis. No podía mirar a la cara del que hacía unos segundos había sido su amante. Le dijo que era un error, que entre ellos no podía existir nada, que ella amaba a su novio. 

Luis no supo qué decir, simplemente se exculpó con que él se había negado desde el principio a esa loca idea del trío, pero que no pudo negarse porque se sentía atraído por ella desde que la conoció y no se arrepentía de haberse acostado con ella, aunque entendía que no se volvería a repetir nunca más, quería su bien y el de su amigo, los quería a ambos.

Elena sintió una punzada en el estómago aquella noche cuando escuchó que abrían la puerta de su casa, sabía que debía despedirse de Luis y olvidar lo ocurrido, amaba a Fran, pero ahora también amaría a Luis. Le besó por última vez y se separó justo antes de que Fran abriese la puerta del dormitorio. Luis se despidió de ambos sin mirar hacia atrás.

Elena interrumpió sus recuerdos de un sobresalto, Fran entró en la habitación y la sorprendió aún en la cama y con la mirada perdida.

- ¿Cansada Cariño?
- Sí amor, anoche me dejaste agotada.

Ambos se rieron y Fran le lanzó un cojín a modo de juego. Él pensaba que ya no había secretos entre ambos y el que había sido su mayor miedo ya no le asustaba, porque ya se cumplió. Besó con deseo a Elena y comenzó a desabrocharse su camisa.

lunes, diciembre 24, 2012

NUEVO CICLO


21 Diciembre del 2012 
   Eran las ocho de la mañana en Alemania.  La calle era un auténtico campo de batalla, los vehículos colisionaban unos contra otros, las paredes enfundadas en grafitis proclamaban gritos de guerra, los árboles exhalaban su último aliento tras la nube tóxica de la contaminación. Máquinas y animales invadían la ciudad en un torbellino de ruidos sin sentido. Las personas se sentían de mal humor, chillaban furiosas al cielo o se enfrascaban en interminables peleas descargando todo su malestar sin saber exactamente qué lo provocó o a quién se dirigían. Todo en conjunto formaba una estampa terrorífica.

  He indicado que ésto sucedía en Alemania, aunque para ser más exactos, estaba sucediendo en todas las ciudades del mundo. Pero es aquí donde se encontraba Umarmung con su perro Hug, éste saltó a la cama y con rápidos lametones en la cara despertó a su amo, al abrir Umarmung sus ojos vió cómo Hug movía su cola sin cesar de alegría; apagó el despertador, se desperezó e inmediatamente se dirigió a asearse.

- ¡Hoy será un día duro Hug!
- ¡Wouf wouf! -ladró su fiel compañero expectante y listo para atender a órdenes.

  Urmarmung se enfundó sus baqueros desgastados, una camiseta negra y su cazadora de cuero. Con un sólo chasquido de sus dedos, Hug se situó a su izquierda, siguiendo así sus pasos pero ligeramente tras él.  Salieron de la casa y el paisaje que encontraron era desolador, Urmarmung miró a Hug, Hug miró a Urmarmung y emprendieron el paseo. Lo primero en toparse con ellos fue una mujer que gritaba sin sentido.

- ¡Apártate de mi camino estúpido! ¡me das asco! ¡quita tu chucho pulgoso de la vía!

  Urmarmung hizo oídos sordos y la abrazó. Ella se resistió intentando escapar mientras iba dando gritos de auxilio, ella sintió un fuego abrasador pero cálido y tras un minuto que pareció eterno, comenzó a decir:

- Nadie me quiere, en mi trabajo no me valoran, no encuentro sentido a mi vida.

  Urmarmung la abrazó aún más fuerte hasta que la mujer comenzó a sollozar y finalmente quedó relajada y en silencio. Sólo entonces la soltó, ella le agradeció el gesto, se despidieron y continuaron cada uno su camino.

  Más adelante, se fijó en un accidente de tráfico, un hombre estaba malherido y Urmarmung no se lo pensó dos veces y corrió a socorrerle. Le abrazó largamente hasta que las heridas fueron progresivamente desapareciendo y el hombre anodadado, sólo pudo sonreír a Urmarmung, éste le devolvió la sonrisa y continuó su camino.

  Al mismo tiempo, la mujer que minutos antes había gritado a Urmarmung, ahora iba compartiendo con otros malhumorados los beneficios del abrazo. Comenzando así una cadena de abrazos. No paraban de encontrar motivos para abrazar: los árboles volvían a recuperar la vida, las farolas destrozadas a golpes ahora se recomponían como arte de magia, tras el paso de los abrazos renacía la paz e iba apoderándose del ambiente, reluciendo más los colores y suavizando los sonidos estridentes.

- Ahora nos vamos a algo más difícil Hug.

  Y emprendieron el camino hacia la central eléctrica. Allí todo funcionaba a pleno rendimiento, Urmarmung no se lo pensó dos veces y abrazó una de las chimeneas que expulsaban humo negro y tras unos minutos de abrazo, ésta se paró, dejando de este modo un aire limpio y claro.

  Así siguieron hasta la noche, siendo conscientes de que la cadena de abrazos se estaba extendiendo en todo el planeta, alcanzando a políticos, personas de todas las razas y culturas e incluso llegó al polo norte donde un oso estaba a punto de atacar a un husky, pero de pronto, su ira se aplacó y le invadió el amor, dando un fuerte abrazo al asustado perro. 

  Llegaron agotados a la casa, era momento de recompensar a su fiel canino por haber estado junto a él todo el día, le puso su comida favorita, pero Hug la olfateó y le miró expectante.

- ¿No tienes hambre Hug? -preguntó intrigado Urmarmung, miró la cara de Hug y éste le miraba atento moviendo su cola - ¡Ah, ya sé lo que necesitas! - Y entonces Urmarmung abrió sus brazos y Hug saltó alegremente, feliz de estar en los brazos de su querido amo.