Elena estaba tumbada en la cama, jugando con su pelo largo y liso, enroscándolo entre sus dedos mientras pensaba en cómo había llegado a esta situación. Siempre creyó que el amor era entre dos personas y si realmente se amaban, no cabría resquicio alguno para alguien más. Pero ésto ya eran cuentos de hadas que ya no podía creer. Ahora sentía que su corazón estaba dividido, amaba a su novio y la vida con él, tenía todos los valores que siempre deseó en un hombre, la convivencia entre ambos era perfecta, se habían sincronizado en las tareas del hogar, disfrutaban juntos de las mismas películas, de sus viajes y comidas. Sin embargo, el amigo de Fran, Luis, era atractivo y simpático, le hacía reír y soñar con los ojos abiertos, pero nunca quiso ver más allá o mirar en ella misma si sentía o no algo más profundo. Nunca imaginó que su amigo podría llegar a ser algo más que una mera fantasía y mucho menos que pudiera desear a dos hombres al mismo tiempo y que fuese tan difícil renunciar a alguno de ellos.
Cuando su novio Fran le propuso hacer un trío, ella nunca hubiese imaginado que escogería a otro chico. La fantasía de todo hombre es tener a dos mujeres para él sólo, al menos, eso había pensado ella. Cuando él le sugirió la posibilidad de tener sexo con alguien más, ella aceptó aún pensando que escogerían a una chica, quizás al azar en un bar de copas o buscarían en alguna página por Internet. Aceptó porque lo amaba y deseaba encender una vez más la llama que un día no sabe cómo ni por qué se apagó. Se dijo que lo hacía por él más que por sí misma. Estaban de acuerdo en que ya el sexo no era lo mismo, habían perdido pasión y su relación de tres años estaba empezando a convertirse en algo monótono. Aún eran muy jóvenes -pensaba ella- como para que algo así les ocurriera a ellos. Lo que no alcanzaba a entender, es por qué él había escogido a su amigo; aunque después de aquella noche, ya lo tuvo claro.
Al oír la idea de Fran, Luis no pudo más que echarse a reír, eran amigos desde la infancia y no podía imaginar que le estuviera proponiendo algo así. En un principio le dijo que no, que era una idea absurda y que sus fantasías no debían realizarse metiendo a un amigo por medio, le argumentó de cien maneras posibles que algo así no podría acabar bien nunca, pero Fran insistió y dijo que prefería que fuese él o nadie. Luis aceptó porque dentro de sí lo estaba deseando, él intentaba ocultarlo, pero había deseado a Elena desde el primer día en que la conoció, una tarde en que ellos estaban sentados en la terraza de un bar y ella llegaba tarde. Nunca olvidaría la atracción que sintió desde el primer instante en que cruzaron sus mirada. Su sonrisa y el pelo castaño brillante y lacio que se ondeó suavemente mientras ella hacía el ademán de sentarse junto a su amigo era casi celestial.
Fran no dejaba de dar vueltas a su cabeza, no sabía qué le ocurría cuando su novia le insinuaba una noche de sexo y él no sentía más que la necesidad de dormir y que le dejase tranquilo. Amaba a Elena, sabía que era la mujer de su vida, pero las dudas e inseguridades que venía arrastrando desde hacía tiempo no le dejaban tranquilo, no sabía si eran celos y todo lo que creía ver entre su amigo y ella era sólo producto de su imaginación o existía algo realmente y la mejor forma de comprobarlo sería ésta porque cuando los veía juntos intuía algo más que amistad, allí había atracción. Un día haciendo el amor con Elena imaginó a su amigo allí observando como él la penetraba, la idea le excitó aún más de lo que ya estaba, en su fantasía dominaba él y Elena le agarraba fuerte y miraba a Luis como diciéndole, mira quién es el que me enciende, quien me tiene, tú me deseas pero yo soy de él. Pero claro, una de las razones por las cuales no es aconsejable llevar a cabo una fantasía, es que puede que no salga como uno se imagina.
Elena seguía en la cama, no tenía deseos de levantarse, no podía evitar los flashes de recuerdos de aquella noche. Fran y ella esperaban impacientes a Luis, no sabían muy bien qué es lo que iba a suceder tras esa experiencia. Cuando Luis llegó, no demoraron mucho en dirigirse a la habitación, era mejor no hablar y pasar a la acción. El primero en dar el paso fue Luis, se dirigió hacia ella besándola, primero con cautela y después con pasión. Su novio se encontraba justo detrás, Elena giró su cabeza y le besó a él también, tenía dos hombres para ella sola, su corazón comenzó a latirle rápido, Fran le besaba el cuello mientras Luis tocaba con su lengua los dientes de ella. Ella notaba la excitación de su novio tras de sí, y al mismo tiempo el pene erecto de Luis junto a su pierna, Elena comenzó a sentirse húmeda. Volvió a besar apasionadamente esta vez a su novio Fran, le miró indicándole que quería continuar sólo con Luis, le desconcentraba el hecho de estar pendiente de uno y otro al mismo tiempo. Todo el calor producto de la excitación de Fran se heló en un instante, él no paraba de decirse que todo marchaba bien y observaba a su amigo sobre ella mientras él se masturbaba enérgicamente, sentado en una silla a un costado de la cama, pretendiendo recuperar la erección perdida. Y del frío pasó al calor nuevamente, pero esta vez era rabia lo que sentía. No podía quedarse observando cómo su amigo y la mujer a la que amaba estaban a punto de llegar al clímax, la cara de ella era de auténtico placer, Fran se levantó y se marchó de la casa dando un portazo.
Elena alcanzó el éxtasis y Luis se corrió dentro de ella, al mismo tiempo que el placer invadía el cuerpo de ella, sintió también unas ganas de llorar terrible, ya había escuchado que ésto le ocurre, a veces, a algunas mujeres después de un buen orgasmo, pero sabía que esa no era la verdadera razón. Miró la silla vacía desde donde unos momentos antes estaba Fran mirando y ahora confirmó sus temores. Él no había disfrutado, pero ella enormemente. Se puso de espaldas a Luis. No podía mirar a la cara del que hacía unos segundos había sido su amante. Le dijo que era un error, que entre ellos no podía existir nada, que ella amaba a su novio.
Luis no supo qué decir, simplemente se exculpó con que él se había negado desde el principio a esa loca idea del trío, pero que no pudo negarse porque se sentía atraído por ella desde que la conoció y no se arrepentía de haberse acostado con ella, aunque entendía que no se volvería a repetir nunca más, quería su bien y el de su amigo, los quería a ambos.
Elena sintió una punzada en el estómago aquella noche cuando escuchó que abrían la puerta de su casa, sabía que debía despedirse de Luis y olvidar lo ocurrido, amaba a Fran, pero ahora también amaría a Luis. Le besó por última vez y se separó justo antes de que Fran abriese la puerta del dormitorio. Luis se despidió de ambos sin mirar hacia atrás.
Elena interrumpió sus recuerdos de un sobresalto, Fran entró en la habitación y la sorprendió aún en la cama y con la mirada perdida.
- ¿Cansada Cariño?
- Sí amor, anoche me dejaste agotada.
Ambos se rieron y Fran le lanzó un cojín a modo de juego. Él pensaba que ya no había secretos entre ambos y el que había sido su mayor miedo ya no le asustaba, porque ya se cumplió. Besó con deseo a Elena y comenzó a desabrocharse su camisa.